miércoles, 15 de abril de 2015

Realidad educativa

La educación formal debe brindar, como mínimo, la oportunidad de un trabajo digno y bien remunerado, pero ello ocurre cuando las trayectorias son completas y exitosas, es decir, depende de que la cantidad y la calidad educativas vayan de la mano. El gran espejismo del cual apenas nos estamos sacudiendo en México es que se podía ampliar la cobertura desentendiéndose de la calidad, que el desarrollo social podía acelerarse sólo con construir escuelas y contratar profesores, que institucionalizar a los niños y niñas en un sistema autoritario y sujeto a captura de renta nos llevaría a contar con nuevas generaciones de hombres y mujeres demócratas y productivos. Es una conclusión errónea pensar que no vale la pena una mayor inversión pública en educación.


Con todo lo que llevamos dicho, debe reconocerse que la calidad de la educación es un componente imprescindible de la ecuación, y ello implica, a su vez, calidad en el gasto. Es importante que la bolsa disponible para la función de educación se acreciente. Si los procesos actuales de financiamiento educativo siguen distorsionados, aumentar su volumen no acelera la equidad, sino precisamente su inverso, la captura de renta. hasta ahora en nuestro país el simple acceso a la escolaridad puede no cerrar la asimetría de oportunidades, sino cristalizarla; tanto el financiamiento como las prácticas escolares pueden replicar las brechas en la población, llevando a resultados de muy baja movilidad.

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